Habíamos llegado a un punto donde crecer más significaba más caos, no más beneficios. Estábamos ahogados en hojas de Excel, errores manuales y una frustrante falta de visibilidad sobre lo que realmente pasaba en el negocio.
Contacté con IA Consultoría, con bastante escepticismo, pensando que un proyecto de ERP sería una pesadilla de costes y complejidad. Lo que encontré fue todo lo contrario: un socio de negocio que hablaba mi idioma. No me vendió software, me diseñó una solución a medida para nuestros problemas reales.
El resultado es transformador. Hemos reducido los errores en pedidos en un 95%, mi equipo ha liberado un 30% de su tiempo y, por primera vez, tengo un panel de control donde veo la salud de mi empresa en tiempo real. La inversión se pagó sola en menos de un año, pero la tranquilidad y el control que hemos ganado no tienen precio.
Si sientes que tu empresa tiene el freno de mano puesto, él es la persona que sabe cómo quitarlo.»